CUANDO SIERRA MOJADA SE GANÓ EN UNA BORRACHERA!
En los albores del siglo XX, El Café Tacuba
de la Ciudad de México, fue el escenario de una singular reunión: El gobernador
de Coahuila, José María Garza Galán se citó con su homólogo chihuahuense, Lauro
Carrillo.
Ambos ya habían discutido en infinidad de ocasiones un
problema de límites de entidades en que reclamaban para uno y otro la posesión
del hoy Municipio de Sierra Mojada, enclavado en el desértico bolsón de Mapimí.
El primero era apoyado incondicionalmente por el entonces
presidente de México, Porfirio Díaz, pero pidieron que el mandatario nacional
no interviniera y lo resolverían en una charla exclusiva y a puerta cerrada.
El Coronel Garza Galán pondría toda su astucia para que ese
territorio se anexara a Coahuila… pero ¿Por qué era tan importante esa lejana
porción del Desierto?
DESCUBIERTA POR NÉSTOR ARREOLA
El actual municipio se ubica al Oeste del Estado a una
altura de 1,530 metros sobre el nivel del mar. Limita al Noreste con el
municipio de Ocampo, al Sur con Francisco I. Madero, al Sureste con San Pedro
de las Colonias y Cuatro Ciénegas y al Oeste con el Estado de Chihuahua.
De acuerdo a don Humberto Hernández Martínez, nacido en
Sierra Mojada el 25 de marzo de 1943, el nombre proviene de la apariencia
húmeda que tiene el cerro, que desde la primera mitad del siglo XVIII así se le
conoce.
Fue en mayo de 1879, cuando el jefe de la Policía Montada,
Néstor Arreola, perseguía a unos indios que tenían hartos a los ciudadanos de
la jurisdicción de Mapimí en Durango y los terrenos aledaños (enclavado en la
comarca Lagunera).
El Jefe de la Acordada, como se le conocía a esa
corporación, iba acompañado por Florencio y su hermano Ignacio Ibarra así como
Antonio Lorenzana, quienes a galope trataban de alcanzar a los bravos
indígenas.
Llegaron hasta la Sierra Mojada y al atardecer los perdieron
de vista. Narra el historiador Rodolfo Vázquez Carrillo, que pasaron la noche
en el cerro “La Blanca” (que se haya entre Sierra Mojada y Esmeralda).
Desgraciadamente al amanecer se percataron que faltaban caballos y decidieron
buscarlos, llegando a la cima de la sierra. Grande fue la sorpresa de Néstor al
ver una piedra fundida que posiblemente contenía plata. Un rayo cayó en ese
lugar y la potencia eléctrica derritió la masa pétrea.
Regresaron a Durango donde se analizó el material,
descubriendo que aquella roca tenía mucha concentración del valioso metal y al
no saber a qué Estado correspondía, se denunció la veta con el Juez de Mapimí.
LA FIEBRE DE LA PLATA
Vázquez Carrillo explica en sus escritos que la veta tuvo el
nombre de “La Carolina” y luego “La Blanca” perteneciendo a la compañía Minera
“La Constancia”, primera empresa que trabajó en el impresionante mineral.
La noticia desató una sorprendente avalancha de gambusinos
luego de publicarse la historia en el periódico Sun de Nueva York, que
explicaba la riqueza de ese suelo mexicano y los beneficios que podría llevar a
los Estados Unidos de Norteamérica, al grado que el Cónsul Mexicano en Tucson,
Arizona, recomendaba que fueran los coahuilenses quienes pusieran su bandera en
esas tierras. Uno de estos coterráneos fue Guillermo Purcell, mientras que del
interior del país también llegó cerca de un millar de individuos.
La compañía “La Constancia” realizaba el traslado del
mineral en mulas, que eran abastecidas por el arriero Antonio Gabrán, que las
llevaba de distintos puntos del país.
Comenzaron a explotar dos minas “La Esmeralda” y “San
Rafael” y los análisis realizados a las muestras se llevaban a cabo en el
probador de metales en Monclova.
Rodolfo Vázquez recuerda en sus investigaciones, que la mina
era difícil de situar en un mapa y de acuerdo a una misiva que el señor Purcell
envió a un tal J. A. Lynch, la describía de 60 a 70 leguas de Monclova (337.962
kilómetros).
Además, advertía que: “El camino era sumamente malo y por lo
menos eran 50 leguas de desierto, pero se consideraba una segunda Leadville
(Ciudad fundada de colorado a partir de descubrimientos de Plata)”.
LA ASTUCIA DEL CORONEL
En una página poco conocida de la historia de nuestro
Estado, el destino de Sierra Mojada se decidiría en una mesa del
establecimiento hoy ubicado en el número 28 de la calle Tacuba del centro de la
Delegación Cuauhtémoc.
Garza Galán, sabía que Lauro Carrillo, (nacido el 22 de
marzo de 1849) le encantaba la bebida alcohólica y tramó invitarlo a cenar al
legendario café.
Cuenta la leyenda que entre chascarrillos y risotadas, se
tocaba el tema del poblado del desierto rico en Plata, mientras que el Coronel
coahuilense servía las copas una tras otra al Gobernador de Chihuahua, quien al
poco rato estuvo ya “entonado”.
Tras emborracharse, finalmente el ardid surtió efecto: En un
alarde de compadrazgo, Carrillo finalmente habló no sin antes darle un verdadero
abrazo a su “amigo”.
¡Increíblemente se negó a reclamar cualquier problema
referente a Sierra Mojada en muestra de su aprecio por Garza Galán, renunciando
al territorio! desde entonces el Municipio, uno de los más grandes, es parte
integrante de nuestro Estado.
Sus riquezas pasaron a ser inmediatamente del suelo
coahuilense, iniciándose una serie de progresos.
SE POBLA Y LLEGA FERROCARRIL
El 2 de agosto de 1879, el Gobierno de Coahuila emitió el
decreto donde permitía establecer una nueva población y el 22 de septiembre,
civiles y autoridades eligieron dónde estaría el nuevo asentamiento.
Además, se trazaron los lotes para la escuela, cementerio,
iglesia, plazas, oficinas de las autoridades, la cárcel y darles posesión de
predios a los mineros que aún vivían en improvisadas cuevas.
Para el 31 de septiembre de 1891 culminó por fin la vía
férrea de Escalón-Sierra Mojada, dejando atrás el acarreo en mulas.
Aparte de la plata de alta Ley, también sus minerales
producían plgmo, cobre, zinc y fierro, alcanzando mucho auge.
Don Humberto Hernández ilustró, que cuando era gobernador de
Coahuila Pedro Rodríguez Triana, le cambió el nombre a la población por el de
Esmeralda el 3 de junio de 1938, pero el 10 de mayo de 1939, retornó al
original.
EL FIN DE GARZA GALÁN
Cuando se revisaron los fondos mineros de Sierra Mojada y
las acciones en compañías, se descubrió que el dinero había “engordado” las
bolsas del Gobernador.
Esta situación hartó a empresarios, lo cual perjudicó de tal
manera al político que abandonó sus aspiraciones de reelección e incluso, todo
el descontento detonó un intento de movimiento armado.
Los grandes industriales, además de las familias Madero y Carranza,
se quejaron ante el Presidente Díaz, que tuvo que enviar al General Bernardo
Reyes a solucionar el problema en el desierto coahuilense.
Garza Galán renunció y se fue a Múzquiz, tierra que lo vio
nacer (6 de noviembre de 1846), donde vivió tranquilamente retirado de la
política. El depuesto coronel murió el 7 de octubre de 1902 en Monterrey, Nuevo
León.
Las pillerías descubiertas al ex gobernador en nada quitan
el mérito a la pícara ocurrencia que tuvo para anexar a Coahuila 6 mil 966
kilómetros cuadrados de territorio. Figura ambigua la de Garza Galán, quien
sacó el mejor provecho al descubrimiento de Néstor Arreola. Ambos personajes
son parte de la historia inmortal del vasto horizonte Coahuilense.
Publicado por periódico Zócalo Saltillo el 02/10/2016 - 04:00 AM